miércoles, 16 de diciembre de 2009

El hombre: un manojo de insatisfacciones


DESEO


Diera mi vida por beberte
por recorrer todos los poros tuyos
por enterrar mi dicha entre tus muelles
idílicos y agrestes.

Fabricara cabriolas majestuosas
con ímpetus de lince
y cual sedoso gato de peluche
cimentara por siempre dulces sueños
en tus frondas erectas.

Tornara yo a mi infancia presuroso
para beber tus mieles
y eternizar quisiera en mi memoria
la dicha de tenerte.


EN TI

Caben mis sueños en tus labios
que por instantes podrían abarcar
el límite de mis esperanzas.

Caben tus dedos en mi mano
que se abre como placenta tierna
para guardar tu palpo frágil
de pétalo recién nacido.

Cabe tu pecho en mi regazo
que podría ensancharse
como un universo
para cubrirte toda.

Cabe mi adusta piel
en el simple roce de la tuya
mientras me miras
con tus ojos de cielo.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Tras de los ojos están las verdaderas miradas


SONRÍES
(En los contornos de tu ombliguera)


De pié,
sobre la cumbre de mis degustaciones,
sabrás que estoy mirando
a la mitad del mundo
cuando vienes de frente.
Mis ojos en grata desmesura
aún no saben
por dónde aventurar su recorrido.
y mis neuronas todas se pelean
por decidir entonces
el delicioso inicio:
si trepar por las cuestas empinadas
en pos de las dos hermosas cumbres
que son como remansos ostentosos
de mieles y ambrosías;
y después de llegar a la empinada,
naufragar entre el mar encarnado de tus labios;
o rodar cuesta abajo,
hasta perderme
en tus selvas undosas y enigmáticas,
dejar que el río de mi sangre bulla
palpitante en mis labios
que lo acarician todo,
y se beben la dicha
hasta embriagarme,
con sus mieles exóticas;
y entonces,
descender presuroso en tus columnas
hasta perderme en las últimas falanges
…de tus dedos
para estampar en ellas,
una y mil veces,
el sartal de mis besos.

Estoy mirando a la mitad del mundo,
y tu...
apenas me sonríes.

viernes, 20 de noviembre de 2009

UN HOMENAJE A LA NOBLEZA


LLANTO EQUINO


Como moles de carne
milenaria
cansados de la vida
pasan la tarde sueltos
al borde del camino.

A veces yo los miro
paciendo entre las yerbas
y en esos ojos calmos
y vidriosos
siento que se acurruca
una tristeza lenta
y silenciosa.

Seguramente lejos,
en arcanos ignotos,
sombras difuminadas
de su pasado
aún graviten.

Posiblemente dentro,
muy dentro del misterio
guarden como nosotros
imágenes borrosas
de los tiempos mejores.

Quizás
allá en las noches
cuando nadie los mira
muchas lágrimas tristes
rueden bajo los ojos
de los caballos
viejos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El amor abre los espacios a la ilusión y la ilusión es la frontera de la vida



SED DE NAUFRAGO


Regálame cobijo
con tus brazos de sándalo
acógeme en la tarde
de tu cuerpo cimbreante
envuélveme por siempre
con tus pechos de diosa
ninfa cálida y dulce,
cariñosa y amante

Arranca con tus labios
los dardos que me hieren
y siembra en mis heridas
tus sabores de cielo
cura la eterna sed
de náufrago que tengo
y envuélveme en la seda
de tus besos de fuego.

Quiero que siempre seas
bella samaritana
como un lampo de aurora
en mi noche de piedra
deja aferrarme al fruto
que me salva y me sana
y quedarme en tus brazos
mientras dure la niebla.






SAMARITANA


Flotas como una tierna mariposa errabunda
arriba el sol calienta y avanza la mañana
el entorno está lleno y de aromas abunda;
con su lúcido ambiente mujercita lozana.

Tu graciosa presencia como diosa encarnada
se desgrana en sublimes y exquisitas esencias
ay qué bella te encuentras pequeñita encantada
el cielo te corona de luces y cadencias.

Cuando amanece el día y se entreabren mis párpados
a través de los vidrios se asoman las montañas
luego al abrir la puerta desde el cielo los pájaros
ya entonan las canciones y alegran las mañanas.

El campo está sonriente por tu bella presencia
y la naturaleza de ti se siente ufana
y este huerto se inflama con tu sola presencia
ay, qué lindo es tenerte bella samaritana.







A HURTADILLAS


Cómo seré en el pensamiento tuyo,
cómo será tu voz, cuando me sientas,
cómo serán tus brazos y tu arrullo,
cuando al caer la tarde me consientas.

Quiero saber a qué sabrán tus besos,
si en el contacto de tus labios tienes
el mismo ardor que tu mirar provoca,
tus quedas ansias y el sabor a mieles.

Cuando en las tardes tu silueta evoco
y el viento suave rosa mis mejillas,
sueño tu aliento embriagador y loco.

Entonces callo, doblo las rodillas,
dejo que el cielo me acaricie un poco
y allí me embriago, amándote a hurtadillas.






DESEOS


Siento que aún dominas
el mar de mis deseos
que en mis sueños navegas
como un delicioso laberinto
donde escruto insaciable
todas tus oquedades
para beber los más exóticos aromas
y saborear como el mejor
de los manjares
tus mullidas colmenas.

Siento que aún te llamo
en mis soledades
que extraño los besos
aún no sembrados
que extraño mis manos
ansiosas de recorrer
tus geografías
cálidas
y ariscas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Montañas de San Jósé



Ni los sueños podrán restituir el pasado.




MONTAÑAS DE SAN JOSÉ

I

En la fértil montaña donde tejí mis sueños
se alojan mis recuerdos.
¡oh, placenta de encantos, tierra madre,
cuna de aromas vírgenes!

Abajo estaba el río sollozante y arcano.
Lo recuerdo sonoro, puedo sentir su aliento.
Abajo, el canto suave monocorde,
abajo, su atractivo sibilante,
abajo, muy abajo, el misterio inefable
de unos sueños viajeros
hacia el más misterioso de los mares.

Desde lejos llegaban las noticias
de los itinerantes, de extraños caminantes,
de ciudades lejanas encantadas
donde sobraba el pan y los placeres.

La belleza aún estaba escondida
y la montaña era todo mi atractivo.
Mis pasos repetían senderos de hojarasca
aroma de humus, silabeo de hojas
mecidas por el viento.

Mis pasos saboreaban con su palpo desnudo
la tierra jabonosa, la raíz vegetal, la huella, el lodo
y mis oídos podían percibir el canto múltiple
de las aves viajeras, de tucanes y loros y turpiales.

Y al llegar al entable donde estaba mi padre
el sudor de su cuerpo se mezclaba
con el aroma intenso de los robles caídos,
del aserrín dorado que en colchones
sembraba dulces besos a mis pies fatigados.

Luego se reclinaba el viejo amado;
con sus fibrosas manos destapaba la vianda
y el olor del sancocho sazonado
abría espacios largos,
sembrando en mis adentros
aromas memorables.



En la fértil montaña de mis sueños
quedarán para siempre los recuerdos
de lo que fue mi aliento.


II

Yo no sabía nada de las huellas del tiempo.
Abierto a la esmeralda de las hojas silvestres
mis ojos se expandían por un mundo ensoñado
donde la casa toda era mi mundo,
un paraíso entero.
Era mi casa entonces mi único universo.

Allí abría mis ojos extasiados
a la vida silvestre
y con los armadillos que pastaban a metros
en manada, apostaba carreras
y bogaban mis pasos los senderos
y me internaba raudo entre las breñas
con fuerza montaraz

¡Mi casa y la montaña,
la montaña y mi casa!

Sus paredes, en tablas milenarias
daban pan y cobijo en las noches de invierno.
Tenía techos de astilla recubiertos de lama
de color esmeralda, donde anidaban larvas
bajo pequeñas matas.

Mi casa era un refugio hecho de magia y bruma
porque en su vientre glauco cobijaba esperanzas.

Era mi casa toda un refugio de andanzas,
hervidero de vida de amor y de ilusiones;
un lugar que albergaba dos familias hermanas;
y en la cocina inmensa de terraplén y bancas,
nos sentábamos todos para escampar del agua.

El humo de la tapia, azul y bravo
nos llenaba de besos
y ardían nuestros ojos con el agua
caliente de las lágrimas.


III

En los tiempos de invierno
llegaba el hada triste.
Era el hambre callada y bostezante
que humilde y silenciosa,
en las bancas se anclaba.

Entonces la montaña se llenaba de pasos
en busca del cogollo de la palma
que llenaba las ollas con el agua y la sal
y todos los muchachos
salíamos con mi madre tras de los cenagales,
y en breñas y rastrojos buscábamos el fríjol
que cumplía la gracia de matar nuestro mal.

Mi madre se mecía sobre los grandes troncos,
blandos y envejecidos
mientras sus manos largas
asían los bejucos tan frágiles como ella
y de un tirón sembraba en su bolso de tala
vainas largas y frescas, verdes y amarillentas,
mientras entre sus dedos se alojaban
las cremas jabonosas
de humos avinagrado.

El hambre hacía su ronda
y con mucha frecuencia
nos besaba...


IV

Y pasaron los vientos
y los inviernos largos
y llegaron las hambres prolongadas
y las desesperanzas;
y luego se instalaron los recuerdos
y las añoranzas
y los deseos de volver...

Y un día... con el paso del alba


los caminos de musgo y pedernal
rastrillaron el casco de las mulas
que alzaban en sus lomos
nuestros jotos
forrados en costal.

Entonces con mis ojos
aún cubiertos de ensueño
pude ver que en el último recodo
nuestra querida casa de madera,
la de techos de astilla
donde anidaban larvas
bajo pequeñas matas,
se iba fundiendo muda entre las hojas
...la montaña se la había tragado.

Hoy al paso del tiempo
reconozco
que casi a diario viajo con mis sueños
hasta la tierra madre
y aún en mis oídos
sigue sonando el eco sollozante
del río
que con paciencia tierna
me reclama.

sábado, 31 de octubre de 2009

ECOS DE LA CIUDAD MALDITA




6

Los perros de la posmodernidad
tienen hollín en los orificios
y antracosis en sus fuelles.
Ya leen el semáforo
y prefieren caminar
por los puentes elevados.
Conocen el horario de los colectores oficiales
y se pelean el banquete de los basuriegos.
Todos los días imprimen en los postes
la impronta de su paso
señal inope de un poder inocuo
que el sol funde en detritus pestilente.
Los postes de mi ciudad
están marcados con la excreta ambarina
de algún can solitario
que en la noche descansa
junto al lecho de los desocupados.
Los perros de la posmodernidad
ya se alimentan en vasos desechables
y saben destapar los envueltos
de plástico que esperan al viejo colector.
Yo me pregunto a veces si hay alguna diferencia
entre el silencio de los canes
que aguardan la basura en el portal de la mansión
y el silencio del paria
que le disputa el pan.


viernes, 30 de octubre de 2009

Ecos de la ciudad maldita







ECOS DE LA CIUDAD MALDITA.

1

Sus ojos se cansaron de ver las viejas calles
por donde tantas veces transitó la ilusión
Para entonces era una niña
pero el internet ya le había sembrado
la devastación,
cuando la peste de las urbes
la novedad entonces
los ojos desmesurados
bebían imágenes eróticas
mientras su madre despachaba padrenuestros
y aves marías.
Luego, tras de la puerta el primo
el amigo del primo
el recién conocido… de su primo
y la sensación de ver cómo escapaba su castidad
entre el graznido de las tablas secas.

Sus ojos se cansaron de ver las viejas calles
pero él nunca llegó
Sombras cercaron sus mejillas
que no conocieron la fragancia de un cálido piropo
y la escarpa sembró eriales
hasta el día en que escuchó
el dulce grito de sus entrañas
que se abrían como una flor de escarlata.

2

Tenía la cara sucia
un trompo y un condón reciclado
Tenía las manos ásperas
y el color de la mugre indefinida
Sus ojos habían perdido el brillo de la novedad
y a sus nueve años ya había visto
la lluvia del amanecer
muchas veces
tantas, que ya había perdido la cuenta
El sol de la mañana siempre fue un intruso
y el periódico escaseó
para las madrugadas
Ahora ya no recuerda el nombre de su madre
ni a que sabía un baño
entre burbujas de champú.
Yo se que en esos ojos de gorrión
hay lágrimas resecas
y en su mente de niño
aún palpita la ilusión de un juguete.



3

A las tres de la tarde
el sol hacía requiebros al silencio
De vez en cuando un grito solitario
o el ruido de un motor.
A las tres de la tarde
ardía el silencio de la devastación
en el viejo arrabal
Después, llega el tropel
y la calle empinada
se viste a borbotones
de sangre que huye.
Por sus ojos abiertos
a un infinito que no ve,
se fuga lentamente la vida,
y los pasos
de un sartal de curiosos
surgen como inquietos fantasmas
de la nada.



4

Supermán se levantó esta mañana
y no encontró alimento.
Descalzo, recorrió el vecindario
en tanto que sus ojos roían el silencio
halló después a Luthor entre los basureros
y los dos emprendieron la fuga del hambre
El sol, apenas anunciaba su presencia sórdida
y el callejón ya estaba poblado
de guerreros
hombres que lanza la miseria
sobre un erial de escombros.
Latas abiertas de sardina, papeles sucios
y una bolsa arrugada que cubría el festín
de un enjambre de hormigas.
Supermán retiró las hormigas
y un suculento hueso de gallina
compartió con su enemigo.
Luego sacudió los envases
y succionó algunas gotas
entonces Supermán alzó de nuevo el vuelo
y emprendió la batalla.
Después, el grito de los pequeños golfos
se batió en estampida
por la presencia del uniformado.

jueves, 29 de octubre de 2009

Canto a mi pueblo



Del norte vine y en el norte quedaron mis ojos.





PRIMER REGRESO A FILADELFIA

Del norte llega la nostalgia,
envuelta en hojas de morriña;
ecos de anciana venerable
y sabores de loca adolescencia.

Quieren volver mis padres
y caminar de nuevo la Aguadita pequeña
fundirse en sus ancestros
y recordar recodos.
Ver de nuevo el rincón donde la abuela fumaba su tabaco;
y afuera, en una esquina de la vieja casona,
el odiado pilón,
aún salpicado de afrechos.

Del norte llega la nostalgia,
y ya vamos de vuelta.
El ruido del motor anuncia desconocidas estaciones
y mi imaginación de niño
se vuelca en los cultivos.

¿Para dónde marchamos? Me pregunta mi hermano
Yo sacudo mis hombros, mientras sigo abismado.



FILADELFIA

Tu nombre de melado renueva mis sentidos.
El eco de tus letras deja un sabor dulzaino,
como a pan sazonado,
como a sonrisa de madre que prepara la mesa
para servir la hogaza.
Cuando escucho tu nombre,
me llegan en manadas los recuerdos lejanos:
La salida a la aguadita pequeña,
el paso a Cantarrana
y el parque, con sus bancos cansados,
en donde algún domingo me sentara,
con mis ojos pendientes de la mano
que pela el chontaduro.
Tus calles desoladas me enseñaron el mundo;
y en los días de feria las gentes se hacinaban
en la plaza empedrada.
Tu nombre, Filadelfia, está ligado a mis abecedarios
a la vieja pizarra y al tablero.
Fue el patio de la escuela mi universo
y cuando siento que alguien me pronuncia tu nombre
se asoman por mis ojos tus calles empedradas
donde corrí en camadas
hasta el recinto sacro donde estaba
la figura cimera de mi viejo maestro
don Jesús Marulanda.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Añoranzas





1.
Son intrusos que rondan como frescos
los cuadros del pasado.
En ellos puedo ver el patio de mi casa
de pulpa vegetal, con su melena a cuestas,
donde surge silvestre el fríjol verde,
la batatilla que abraza carboneros
el mikay con sus dedos de lanza,
la acedera y la espadilla,
panacea bendita de mi madre
para vencer la fiebre y los parásitos…

Desde la escarpa de mis ojos
aún perplejos
se mueven como larvas del tiempo,
recuerdos de una mañana cualquiera
que se pierden en ese mar de hojarascas,
allende la ciudad,
mientras rumio el plañir
del mismo río que arrullara mi infancia.


2.

Afuera, en el rellano, se yerguen los naranjos
como eternos compañeros de infancia
.
Bajo sus viejas ramazones
cumplíamos a diario la cita del ocio,
para morder sus frutos ácidos y raquíticos,
manjar de soledades;
y en los días de sol,
su sombra nos curaba de la acidia.

Abajo el azahar tendido sobre las hojas muertas,
las huellas peregrinas de nuestros pies desnudos
y los ecos aún vivientes de nuestros gritos.

La infancia se regodeaba en sus soledades
y el desatino era la impronta de nuestra pobre inocencia.

Naranjos del repecho.
Su ramaje de pobre desmechada
pintan de vez en cuando un estreñido fruto
que apenas sirve de excusa
para saciar el hambre
de diabluras.


3.

La neblina, se vierte en añoranzas
como estigma del tiempo
y agita entre mis ojos sus fantasmas
que danzan como viejos telares blanquecinos.
Toda ella es mi infancia
y en ella se renuevan mis sueños.

Al frente, entre los descampado que deja la bruma,
puedo ver la loma de la India
y la leyenda se pierde punta arriba,
después de atravesar el río
que brama desde abajo.

La bruma densa cubre ahora mis ojos
como una inmensa gasa
y apenas me queda espacio para soñar.




4.

Yo te adivino Cuanza, desde lejos
paciente entre las brumas,
como un canto de indígena chamí
que amamanta en su pecho
el paladar de un niño que se aduerme

entre brazos;
entonces con mis ojos aún abiertos
sueño llegar hasta tu propia entraña
y el eco de tu palabra, “Cuanza”,
me sigue sonando a música silvestre,
deliciosamente salvaje.



5.

En san José,
mi casa era pequeña y bella;
hecha toda en bahareque,
con sus tejas de astilla,
y astromelios y dalias.
Y el colibrí temblaba sostenido en el aire
mientras le amamantaba el dulce
licor de aquellas flores.

Bajo el alar, mi padre saboreaba
el pan recién asado
y en el patio sembrado de leños para el fuego,
se regodeaba el gallo, exhibiendo su garbo
a las pocas gallinas.

Y allá arriba, tras de las talanqueras,
el caballo palomo desplegaba su calma
en la mirada, mientras de un coletazo
espantaba las moscas.




6.

Era domingo entonces

y el atardecer dibujaba en el fondo
la figura esperada.
Adelante la yegua asomaba empapada
y asido de su cola, mi padre sonreía,
mientras, junto a mi hermano,
volaba por la cuesta, ansioso de encontrarle.
Mi madre se asomaba feliz en el repecho
y en su rictus guardaba una frase callada de bienvenida.
El silencio gritaba a voces
y el amor se besaba en el silencio.
Venía después el aroma del café;
y de los costales, brotaban las roscas de pandequeso,
aún calientes.

Después, sólo después,
rodaba sobre el banco el pequeño mercado.

domingo, 25 de octubre de 2009

Retornos


RETORNOS
(Nando Vargas)


Has vuelto de mi infancia como sombra del tiempo.
En oleadas los recuerdos instalados en tu cuerpo
se esparcen por la sala
mientras los voy nombrando:
Los verdes pastizales destilando humedades
los mangones cansados de la loma
por donde trajinamos
la leche de contrata,
los generosos frutos de agrisal
que hartábamos
tendidos en la hierba....

Has vuelto viejo amigo.
En tus ojos de otoño se asoman las memorias
rescatando entre nieblas la imagen de mi padre
que amansa su cansancio mientras rumia nostalgias,
los pasos de mi madre,
el perro,
los maizales,
y un puñado de esperas que envejecieron solas
en las puertas del alba.