SURREALISMO Y VERSO LIBRE,
LA
POESÍA DE LA CONTEMPORANEIDAD
Por: José
Adelnide Giraldo Herrera.
El hombre
es hijo del medio que habita y de su época; y así como está sometido al cambio
de los tiempos, también con ellos evoluciona su manera de sentir, pensar y
expresarse. La poesía ha sido una
realidad espiritual del hombre que trasciende el arte y el lenguaje y se
constituye en una forma de expresar emociones y sentimientos al amparo de la
imaginación. Así, el hombre en sus inicios adopta los modelos mitológicos para
explicar su origen, correlacionar todo su mundo circunstancial y en últimas,
para expresar su más íntima problemática.
Se dice
que hay testimonios de poesía en jeroglíficos egipcios de 25 siglos antes de
Cristo. El poema Gilgamesh, épica de los
sumerios en escritura cuneiforme data de 2.000 años antes de nuestra era y la
Ilíada y la Odisea de Homero parte de ocho siglos antes. Ya los poemas
homéricos narraban sucesos en verso al compás de la lira y eran transmitidos
oralmente; pero la poesía lírica se destaca en la antigua Grecia con Hesíodo,
Safo, Anacreonte y en el siglo V antes de Cristo alcanza su cima la lírica
coral con Píndaro, con canciones dedicadas a los vencedores de los juegos
olímpicos. Así, con el paso del tiempo,
es el pensamiento clásico que imperará largamente con temas sobre arte,
arquitectura, teatro, filosofía y matemáticas ejerciendo enorme influencia sobre
la nueva civilización del mundo. Viene
luego la exaltación de la forma y el pensamiento especulativo que asumirá el
período del Barroco. Aquí el hombre se
detendrá en la valoración sensualista de la condición humana, sin descuidar el
asombro por la naturaleza, expresada en la más estricta artificiosidad. Aparece
entonces el interés por lo elegante y aparatoso bajo el imperio de la gran
paradoja entre lo racional y lo irracional, la mezcla del sensualismo con el
trascendentalismo religioso, el erotismo y el misticismo. Sobresalen las metáforas, la paradoja y la
hipérbole.
En ese
proceso de valoración sensualista de la condición humana, nace como herencia
del Barroco el asombro del hombre por lo que él mismo es, se acentúa el
descubrimiento del yo, que siente y que espera, que ama y que padece; entonces
aparece el Romanticismo en todo su esplendor.
Allí bulle la naturaleza y la pasión, la melancolía y la fatalidad. Es
toda una reacción contra la ciencia y el capitalismo, en la que se marcan
grandes oposiciones, tales como la razón versus el sueño y la irracionalidad,
la conciencia de grupo y de masa frente al individualismo, a la preocupación
por el futuro se enfrenta la recreación en el pasado, al afán por los adelantos
de las nuevas culturas se opone el panorama del campo y la sublimación de la
naturaleza. Es todo un proceso de interiorización y de individualización en el
que se acentúa el interés por el manejo de la forma en la elaboración
poética. Allí se manifiesta el culto a
la belleza, el deseo de inventar palabras, la exquisitez y la perfección
métrica y el gusto por la plasticidad.
Es la época del Modernismo y del Parnasianismo, con un interés
manifiesto en la expresión sonora, las imágenes visionarias y auditivas y una
cierta flexibilidad en el metro. Aquí impera la musicalidad y el ritmo, los
juegos analógicos y metafóricos. Surge
con fuerza el interés por los símbolos, interés que culmina con la publicación
del manifiesto simbolista en 1886, donde sobresalen Charles Baudelaire, Paul
Verlaine, Rimbaud, y Mallamé, entre otros.
Estos poetas mezclan lo contemplativo con la creación lúdica. Allí combinan lo esteticista con lo
impresionista, siempre en una búsqueda de las formas más bellas, prevaleciendo
ante toda la artificiosidad sobre lo natural.
Los
simbolistas dieron paso a una nueva teoría como fuerza creadora automática del
lenguaje, conocido como SURREALISMO.
Aquí se abre paso a un nuevo repertorio de palabras, la obediencia a la
intuición musical y al impulso irracional.
Se habla entonces de poesía pura, que se expresa en una gama
interminable de técnicas, tan complejas como puede serlo cada ser pensante y
creador y que se convierte en un movimiento poético de la contemporaneidad, con
punto de partida en la escritura automática, totalmente enriquecida con
símbolos que son el producto natural de la imaginación y del sueño.
André
Bretón es considerado el padre del Surrealismo y en su teoría, parte de la
conciliación de estados contradictorios “sueño - realidad”, que terminan en un
dictado del pensamiento en forma de un automatismo psíquico que genera un
“vértigo de imágenes insólitas”.
El sueño
es uno de los estados ideales de esta producción poética, ya que allí es donde
se da en estado natural esa profusión automática, un flujo vertiginoso de
imágenes sueltas y a veces contradictorias que obedecen al dictado del
inconsciente y enriquecidas por imágenes magníficas y símbolos profundos.
El
subconsciente, estado natural del sueño, produce toda esa asociación
vertiginosa de ideas que se presentan como una imponente realidad caótica del
pensamiento que pugna por exteriorizarse mediante un flujo automático, muchas
veces irreverente y aún en contravía de lo sintáctico, de ahí los mensajes
inusitados, de ahí las nuevas creaciones, de ahí el enriquecimiento del
lenguaje, de ahí las formas nuevas, las metáforas, los símbolos y toda esa
cantera interminable y maravillosa conocida como VERSO LIBRE.
Podría
parecer que en términos absolutos el fenómeno del verso libre se presentara como
una novedad a partir del Surrealismo; no obstante es preciso afirmar igualmente
que, todo aquello es independiente al devenir de las teorías y con gran certeza
podemos concluir diciendo que es connatural al hombre: allí donde surge la
emoción, aparecerá la expresión espontánea y libre, como parto doloroso o como
un renuevo del verbo, hijo del dolor, de la esperanza, del amor o del desamor;
o simplemente como la quinta esencia del
sentimiento constreñido y extrañado.
El verso
libre no está al arbitrio de la academia ni de la normatividad, no tiene
paradigmas y apenas sí es esclavo de la tensión espiritual. Es como una flor silvestre que rompe toda
monotonía.
A medida
que el hombre avanza en su devenir histórico, su pensamiento también advierte
nuevos horizontes y la expresión de lo bello adquiere nuevas formas: el hombre piensa y actúa de acuerdo al tiempo
en que vive y toda aquella nueva circunstancialidad le trae nuevas motivaciones;
así que, con el Modernismo y el Parnasianismo se enriqueció el acervo poético
de imágenes visionarias y auditivas y se abrió paso a la irreverencia frente al
metro rígido, liberándose el poeta en cierta forma del rigor Barroco y abriendo
paso al manejo simbólico de finales del 1.800; entonces viene la creación
lúdica y la búsqueda de la artificiosidad.
El hombre está cansado de la norma y se abre paso a las nuevas
concepciones del arte y de la poesía.
Los surrealistas dan la estocada definitiva porque rompen los diques de
la etiqueta y de la moral y se vuelcan al lugar mismo de donde nacen las
palabras, allí donde aún permanecen como en un fondo casi amorfo, donde las
sensaciones pululan como en un verdadero caos natural.
Es el
subconsciente tan próximo al lugar de los sueños, es el umbral de la conciencia
que algunos llaman lugar del ENSUEÑO, donde las palabras brotan sueltas y
navegan en un verdadero vértigo de imágenes, vértigo que corresponde a una
tensión impuesta por la presión del ritmo interior, o en otras palabras por la
fuerza interior, o el impulso de la emoción que desboca, rompe e irrumpe en
poema; allí surge la palabra caliente, humeante, convertida muchas veces en
imagen.
Veamos
estos ejemplos:
“Altazor
morirás se secará tu voz y serás
Invisible
La tierra
seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa
de un traspié como el equilibrista sobre
El alambre
Que ata
las miradas del pavor.
En vano
buscas ojo enloquecido
No hay
puerta de salida y el viento desplaza los
Planetas
Piensas
que no importa caer eternamente si se logra escapar…
(Vicente
Huidobro – Altazor P. 62)
“…Cae
Cae eternamente
Cae al
fondo del infinito
Cae al
fondo del tiempo
Cae al
fondo de ti mismo
Cae lo más
bajo que se pueda caer
Cae sin
vértigo
A través
de todos los espacios y todas las edades
A través
de todas las almas de todos los anhelos y
Todos los naufragios. (Altazor P. 62)
O también:
“Me gustas
cuando callas porque estás como ausente
Y me oyes
desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que
los ojos se te hubieran volado
Y parece
que un beso te cerrara la boca.
(Pablo Neruda,
Poema 15)
Cuando el
poeta se olvida de la norma y hace caso a la intuición o al sueño, cuando deja
que la realidad caótica dicte los nuevos versos y que la emoción o el impulso
conduzca a su pluma, entonces verá cómo aparecen sobre el papel las palabras
más hermosas y profundas, cómo el alma se vierte desnuda y descarnada para
mostrar el fondo de una querella, de una emoción o de una nueva visión de la
vida.
El verso
libre muestra el alma al desnudo y une sin atavismos a las almas que lo acogen.
Tal vez acogiéndonos
a estas consideraciones podremos darle gran valor al manifiesto surrealista de
Bretón y demás compañeros, en el que defienden el automatismo puro, como brote natural
del mundo inconsciente y que lleva a Cortázar a alabarlo en el “ÚLTIMO ROUND” diciendo
que “Hay que soñar, pero a condición de creer seriamente en nuestros sueños, de
examinar con atención la vida real, de confrontar nuestras observaciones con
nuestro sueño, de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”.
El verso
libre nos transporta al umbral del sueño y nos permite adentrarnos en el
misteriosos y fantástico mundo interior de los poetas para vivir sus propios
sueños, para amar sus amores, para llorar con ellos, o para volar a un infinito
mágico y muchas veces indescriptible.
Dosquebradas,
enero 22 de 2008