jueves, 11 de mayo de 2017

RECORDANDO TEMAS DE MI FACEBOOK.

UN APARTE DE MI NOVELA "DESPUÉS DE LA SOLEDAD"
NOVENA ENTREGA
«Viernes 27.
«Desde las tres de la mañana estoy despierto. Mi cuerpo da vueltas en la cama, sin lograr dormir. Ha llegado entonces el pensamiento trascendente a perturbarme. Invoco entonces a Dios, «Dios mío», digo y torno mi cuerpo hacia otro lado. Miro las paredes de mi cuarto de tres por tres y de dos por dos y medio. Lo veo inmenso, mientras que mi cuerpo, fundido en el lecho, se encuentra solo, inerme, asustado. Soy entonces tan poca cosa, tan pequeño en este mundo, mientras que todo lo que me rodea se agiganta. ¿Qué pasará? y ¿cómo será después? - pregunto yo; entonces, la necesidad de escribir me lanza de la cama.
«Aquí estoy a las cuatro y quince minutos de la mañana, sentado a mi escritorio, dejando volar mi bolígrafo, mientras escucho a lo lejos el canto de los gallos, un canto que se pierde en el silencio, anunciando la presencia de los vivos. En medio de una oscuridad así, mientras los cuerpos reposan, sólo los gallos con su canto a la nada, recuerdan la presencia del mundo. ¿Qué pensarán los gallos?... ¿Cómo será su mundo interior?... ¿Qué razones los llevarán a cantar en una hora tan triste y silenciosa?
«El ruido de un motor lejano me interrumpe. Allá va, perdido, con dirección desconocida, devorado por la lejanía hasta perderse en la niebla oscura de la madrugada. ¿A qué irá?, ¿qué hará?, ¿qué razones lo impulsan a viajar?... Es la condición de humano la que lo impulsa a moverse es esta inmensidad de motivaciones, la que nos impele indistintamente a movernos a cualquier hora. Cualquier hora es propicia para viajar, cualquier hora es propicia para vivir. El hombre come a cualquier hora, ama a cualquier hora, lucha y sufre a cualquier hora. Este manojo de sentimientos no tiene horario, es la necesidad de la subsistencia que le indica la necesidad de hacer esto o aquello, aquí y ahora. No importa que a esta hora duerma el mundo. Así, un día cualquiera nacemos, un día cualquiera amamos y un día cualquiera nuestro espíritu se aleja de este cuerpo cansado para perderse en la nebulosa incógnita, donde sólo vive la esperanza. En ese mundo intangible de Dios. ¿Será bueno allí?... ¿Acaso en un lugar sin lugar se podrá sentir mejor nuestra alma? ¿Allí, donde las pasiones humanas no nos tocan, donde el dolor físico no llega, donde no llega la angustia y este vacío existencial causado por nuestra angustia de finitud, nos acosa por tiempos?... Es necesario creer en Dios, esperar en esa calma de cielo, donde sólo la conciencia del bien nos mantiene en una contemplación divina. Creo en Dios... Dios, aumenta mi fe.
Empiezo a sentir frío en mis pies, miro entonces la cama y pienso regresar a perderme de nuevo en la inconsciencia, a dejarme llevar por esa nada absurda, a dejarme envolver por la niebla que rodea mi cuarto, mientras en medio del aturdimiento llegue la inconsciencia de nuevo y una sensación de niebla, rodee mi espíritu, hasta olvidarme totalmente. Tal vez allí, en ese mundo irreal sea más yo mismo, despojado de prevenciones y ambiciones, de esperanzas y deseos, porque entonces ahora, mientras escribo cualquier cosa, siento de nuevo el ataque del requerimiento, de mi deseo, de mi pasión. Un día quizás podré escuchar la voz de un hijo y entonces seré el hombre más feliz. El me dirá papá...papá... y le tenderé los brazos para fundirme con él»."
agh.