miércoles, 14 de octubre de 2015

Ensayo



SIN PERDÓN NO ES POSIBLE CONSTRUIR LA PAZ EN COLOMBIA – ENSAYO.
Por: José Adelnide Giraldo Herrera – Dosquebradas 07/010/2015

Las  Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (F.A.R.C.), son una organización terrorista autoproclamada Marxista Leninista que opera en Colombia y participa en el Conflicto armado colombiano desde 1964 y bajo el mando de Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda, o Tirofijo, hasta su muerte, y ahora comandada por Rodrigo Londoño Echeverry conocido como Timochenko o Timoleón Gómez.  Desde entonces prácticamente hasta ahora, nuestra nación viene sufriendo un desangre permanente y doloroso, del cual hoy empezamos a vislumbrar con ilusión su término feliz.
Han sido muchos los intentos de acabar con este conflicto que sume a nuestro país por más de 50 años, dejando a través de ellos  un doloroso marco de sangre, lágrimas y amargura, diseminado a través de toda la geografía nacional; y el desespero por exterminar toda esta cadena de odios y desdichas ha llevado a las directivas nacionales a ensayar muchas fórmulas de solución, alternando entre el enfrentamiento armado, cruel y suicida y los intentos de diálogo, todos fallidos por una u otra causa.  Mucha sangre ha corrido en el transcurso de estos años mucho dolor y mucha angustia, mucha desesperanza y duelo; y hasta hemos llegado a  creer que esta cadena de dolor nunca llegaría a su fin.
Hoy, después de tantos desaciertos, parece que estamos a las puertas de una solución; y la fe y la esperanza de los colombianos empieza de nuevo a florecer. Los diálogos de la Habana nos muestran que por fin los actores del conflicto se han dado cuenta que la única manera de solucionarlo es mediante el diálogo y después de varios años de negociación, han llegado a unos acuerdos que nos hacen creer que aproximadamente en el último tercio  del año entrante (2016) se firme por fin el pacto de paz.
No obstante las conversaciones adelantadas y los avances positivos que nos anuncian los medios  de comunicación, encontramos que hay unas brechas de dolor demasiado grandes y que para muchos se hacen insalvables, hasta convertirse en un verdadero obstáculo para la paz definitiva. Nos hemos hecho mucho daño: las muertes, los atropellos, las torturas, las vejaciones, los secuestros… todo ese lastre de dolor ha producido en el corazón de los sobrevivientes colombianos costras profundas que blindan el corazón, sembrando en él una barrera de resentimiento, de odio y de deseos de venganza.
Entonces surge la pregunta: ¿Cómo superar estas dificultades que a primera vista parecen insalvables? Si bien sabemos que la violencia engendra más violencia y que esa espiral en su camino lógico crece al infinito, terminamos concluyendo que no es el camino de la violencia la solución  indicada, y que sólo nos queda asumir los hechos dolorosos como una página negra que el tiempo no puede curar y que sólo la magnanimidad del ser humano le permitirá al hombre allanar el camino en la búsqueda de una solución definitiva.
El perdón es la fórmula y no hay otra.  El doblar la página hacia la esperanza y permitir que quienes se han equivocado concilien unas fórmulas de solución y una vez reconocido el error se comprometan a parar, dejar definitivamente el fusil y darle a sus vidas otra dirección; y como dice el padre Leonel Narváez, presidente de la fundación para la reconciliación en una entrevista concedida a un periodista: “El perdón es el mejor reconstructor del tejido humano que tenemos. La fórmula del perdón contiene y conlleva los ingredientes de la verdad, la justicia transicional y restaurativa, la reparación, el pacto colectivo, la memoria y los principios de no repetición, fundamentales en todo proceso de reconciliación” (1)
De manera que ahora, la gran consigna de los colombianos debe ser la de perdonar. Nos hemos hecho mucho daño, tanto de aquí como de allá. Tanto el pueblo colombiano al que en gran medida podemos denominar como víctimas, como los mismos actores del conflicto, entre ellos los directivos de nuestra nación, las fuerzas militares en todos sus grados, y el cuerpo de guerrillas, desde los altos mandos hasta el guerrillero raso y cómo no incluir en este manojo de comprometidos a los medios de comunicación hablada, escrita y de televisión. Todos en alguna forma estamos involucrados con nuestros pensamientos y con nuestros dichos, con nuestros silencios y con nuestras apatías y todos tenemos que llegar al mismo punto: Ofrecer el perdón y pedir el perdón; pedir el perdón y ofrecer el perdón. No creo que haya otra forma de superar el bache y si alguien la tiene, qué bueno saberla.
Para finalizar este pequeño ensayo considero importante dejar por escrito algunas frases de nuestro querido y admirado Juan Pablo II:
“No hay paz sin justicia, no hay justicia si perdón”
“El perdón se opone al rencor y a la venganza, no a la justicia”
“El perdón sana las heridas”
“Las heridas que no han sanado son las que producen amargura” (2)



2-      XXXV jornada mundial de la paz. Juan Pablo II Enero  2002 http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_20011211_xxxv-world-day-for-peace.html

Imagen tomada del Internet.

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