miércoles, 4 de enero de 2012

Una pre-presentación

A manera de presentación de mi nueva novela titulada "DESPUÉS DE LA SOLEDAD", quiero transcribirles unos apuntes que hice al respecto.

Alguna vez dijo el siervo Job, que la vida del hombre es una milicia sobre la tierra. ¿Era necesario que lo dijera? Lo cierto es que el hombre, mientras habite este mundo, estará condenado a la tarea inexorable de vivir; y no es tan fácil, si tenemos en cuenta que dentro del reino animal, el hombre es el más frágil e indefenso de todos. A los pocos meses de nacer, cualquier animal puede valerse por sí mismo, mientras el hombre necesita de años. En toda su infancia es un desvalido absoluto; y en el transcurso de su niñez, también experimenta el hombre otro período largo de dependencia; y aunque poco a poco empiece a afianzarse su capacidad de razonamiento, la conciencia de su individualidad le permitirá dimensionar el principio de su grandeza como criatura: es uno y es otro; pero ese reconocimiento de alteridad, llega acompañado de una sensación infame, que muchos no desearían nunca: es la sensación de insuficiencia, cuando descubre que, sólo, es nadie y que estando acompañado, es persona.
Aquí, en este punto es donde radica el problema de la existencia terrenal del hombre, que llega a definirse como de gran insatisfacción. El hombre es un eterno insatisfecho, y todas las filosofías que tocan el fenómeno existencial de esta maravillosa criatura, terminarán por reconocer que el hombre en sí es una criatura incompleta; y en la medida que él tome conciencia de su individualidad, empezará a sentir el problema de la otredad, como un sentimiento de extrañeza que le asalta, al descubrirse diferente e incompleto.
En la novela, “Después de la soledad”, el acontecer de su personaje, nos lleva a imaginar la aventura de un “Ulises” de las postrimerías del siglo XX. Un hombre del común, que como todos los de su género, no está exento del mal universal. Alguien que parte de la entraña agreste, atragantado de dicha con los sorbos de una naturaleza exuberante; que cabalga a pasos agigantados por el mundo ingenuo de su adolescencia; que, después de sentirse coronado, con el ascenso a la cumbre deseada y recibir el trofeo que le otorgaban sus creencias; después de dar sus primeros pasos, embriagado de felicidad; cuando creía al fin tenerlo todo, descubre poco a poco el tormento de su soledad. Ese Ulises moderno, herido de otredad, se convence que todo lo anterior podría echarse a perder en espejismos, si no intenta resolver su gran problema. Ha descubierto que sufre la enorme enfermedad de Adán; y en medio de sus laberintos decide romper todos los viejos atavismos y emprender el gran viaje. El viajero de la soledad, deja a cada paso sus mundos y conquistas, en procura del gran sueño. Y un día, después de largo trayecto, encuentra la respuesta, Igual que Adán o que Odiseo.
El tema de la otredad, vivido profusamente por el protagonista, en el tercio final de la novela, es un testimonio de tantos otros que empujan al hombre a buscar su complemento del que alguna vez fue separado, al igual que el andrógino que busca desesperadamente abrazarse a la otra mitad que Zeus le ha arrancado. El hombre se une a la mujer que es su complemento y que le devuelve la unidad.

Espero poderla publicar pronto.
Un abrazo.

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